Pero ¿qué pasa con esas adicciones
que están enmascaradas, bien por ser promovidas socialmente, bien por ser muy
sutiles y estar casi normalizadas? A veces la frontera entre el comportamiento
aceptado según ciertos baremos, y el considerado patológico no está tan clara,
o puede pasar desapercibida durante mucho tiempo, antes de evidenciarse como
una adicción, es decir, una conducta o actitud que nos perjudica y que aún sabiéndolo,
no somos capaces de evitar.
Por qué aparecen los comportamientos adictivos
Una adicción llena un vacío no reconocido, normalmente sentido en la infancia
temprana, y actúa tapando un dolor profundo que la persona no se ve capaz de
afrontar. La adicción es una huída muy
clara ante la propia vulnerabilidad: mientras me ocupo de satisfacer una
demanda compulsiva, no estoy siendo consciente de la carencia (vacío) ni de la
herida (dolor), ni estoy presente con plenitud.
Sin darnos cuenta, solemos repetir
las situaciones no resueltas que tuvimos durante la niñez, y buscamos
relacionarnos con personas que tienen algo de nuestros progenitores. Eso hace
que nuestras heridas –todos las tenemos- sean tocadas una y otra vez. Aparecen
emociones muy molestas, y si no nos proponemos parar para ponernos en contacto con eso, y averiguar lo que sucede a nivel interno, puede darse la huída en muy diversas
formas.
¿Cuál sería la frontera entre lo aceptable y la tendencia
a la adicción?
A veces resulta difícil hacernos
conscientes de cuándo estamos traspasando la línea, pues las actitudes y los
hábitos que nos protegen, se van instalando poco a poco y no de forma repentina.
Una manera de saberlo es ver si lo que hacemos nos resulta placentero, incluso
después (cuando ya se ha terminado el estímulo) o si por el contrario, aparecen sensaciones
inquietantes de culpabilidad y vacío.
En los siguientes casos, no hay que
perder de vista que me refiero a todo lo que tenga con ver con evasión y exceso, llevando al límite
algo que suele ser muy cotidiano, con perjuicio para nuestra salud, y nuestro equilibrio y estabilidad emocional. Detrás de una gran o
pequeña adicción, hay una mala gestión de las emociones y una dificultad en
aceptar la realidad tal como es.
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